Hace más de un siglo, las principales causas de muerte eran enfermedades infecciosas como la influenza. Hoy, estas han sido reemplazadas por enfermedades crónicas y degenerativas, como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Esta transformación en el panorama de la salud debe hacernos reflexionar.. algo no está funcionando del todo bien en nuestro entorno. También nos ofrece la oportunidad única de recordarnos que podemos asumir la responsabilidad de nuestras elecciones y tomar acciones concretas para construir una vida orientada hacia la salud y alejada del drama de los padecimientos crónicos.
Las enfermedades modernas no surgen de la noche a la mañana; más bien son el resultado de hábitos y elecciones acumuladas a lo largo del tiempo. En el entorno correcto al nacer poseemos el potencial para alcanzar nuestra mejor versión, mantenernos sanos y cumplir con nuestro propósito en el tiempo que estamos aquí. Aunque las condiciones sean las idóneas, el paso de los años y, en especial, el final de la etapa reproductiva, marcan un punto de inflexión en la función de nuestro organismo, aún así, como un administrador eficiente, el cuerpo busca siempre mantener el equilibrio, preservando nuestras funciones vitales con los recursos disponibles. El entorno, sin embargo, puede dejar marcas profundas en nuestra biología desde edades muy tempranas. Estas marcas, conocidas como huellas epigenéticas, no cambian quiénes somos, pero sí alteran la forma en que nuestro cuerpo funciona, favoreciendo, en muchos casos, la aparición de enfermedades modernas.
En nuestra cultura occidental, hay hábitos que hemos adoptado casi como si fueran normales, pero que van en contra de nuestra salud. El alcohol, los productos ultraprocesados, el mal descanso, la falta de pausas alimenticias, el trabajo nocturno, el estrés mal gestionado y la inactividad física son claros ejemplos. Aunque estos patrones estén en el “ADN” de nuestra sociedad, no debemos aceptarlos como una norma, porque nuestra salud depende de nuestras propias elecciones.
¿Deberíamos vivir como hace 100 años?
No necesariamente. La clave para una buena salud está en aprovechar lo mejor de la era moderna mientras mantenemos la conexión con nuestra esencia, que es, el contacto con la naturaleza, el movimiento diario, un buen descanso y una alimentación más consciente y real.
El potencial para una salud robusta está en tus manos. Empieza reconociendo que las experiencias de la vida nos moldean, pero no nos determinan. Elige lo que es mejor para ti, deja atrás lo que te hace daño y sé constante en tu camino hacia el bienestar.
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