La obesidad es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en el mundo y que ha sido asociada a una amplia lista de padecimientos como la enfermedad cardiovascular, diabetes tipo II, algunos tipos de cáncer, síndrome metabólico, etc. También se ha comprobado su estrecha relación con el asma bronquial como factor desencadenante y como agente exacerbador.
El asma bronquial debido a su relación directa con la obesidad, obliga a incorporar dentro del tratamiento no farmacológico la reducción y control del peso corporal. Por eso el tratamiento y control del asma requiere ir en dos vías, en primer lugar se necesita de una atención médica correcta y, en segundo lugar, la educación de los pacientes para la prevención eficaz de los factores que pueden empeorar o desencadenar el padecimiento.
Está bien demostrado que el asma mal controlado afecta la calidad de vida de las personas, llenando de limitaciones su diario vivir. Pudiendo llegar a ser causa de hospitalización y aumentando al mismo tiempo de forma indirecta otras causas de morbilidad y mortalidad1
La obesidad, así como otros factores, se ha asociado directamente con el riesgo y exacerbación del asma1. El problema es que un mal control y un cuadro de crisis asmática limita considerablemente la cantidad de actividad física que una persona hace diariamente, por lo tanto afecta también los esfuerzos por bajar de peso y mejorar la condición física y clínica.
No obstante, los beneficios del ejercicio de baja y moderada intensidad sobre los pacientes asmáticos se han comprobado a través de estudios científicos1,2,3, demostrando que la reducción y el control del peso disminuyen el impacto del asma bronquial.
Por lo tanto, la reducción del peso a través de la actividad física y una buena alimentación representan un paso fundamental dentro de la estratégia no farmacológica en la mejora de la función pulmonar, al reducir la inflamación sistémica y la compresión torácica por el tejido graso1.
Los cambios progresivos en el estilo de vida para el mejoramiento y adherencia de hábitos saludables juegan un papel fundamental para el control del asma, sin la necesidad de enfrentar efectos secundarios3.
Es de extrema importancia encadenar una serie de cambios que beneficien al paciente desde una perspectiva integral, en busca del tratamiento y cura de las enfermedades, pero más importante aún desde la prevención de las mismas.
Referencias
1- Sideleva, O., Suratt, B. T., Black, K. E., Tharp, W. G., Pratley, R. E., Forgione, P., Dienz, O., Irvin, C. G., & Dixon, A. E. (2012). Obesity and Asthma. American Journal Of Respiratory And Critical Care Medicine, 186(7), 598-605. https://doi.org/10.1164/rccm.201203-0573oc
2- Bantulà, M., Roca-Ferrer, J., Arismendi, E., & Picado, C. (2021). Asthma and Obesity: Two Diseases on the Rise and Bridged by Inflammation. Journal Of Clinical Medicine, 10(2), 169. https://doi.org/10.3390/jcm10020169
3- Stoodley, I., Williams, L., Thompson, C., Scott, H., & Wood, L. (2019). Evidence for lifestyle interventions in asthma. Breathe, 15(2), e50-e61. https://doi.org/10.1183/20734735.0019-2019